lunes, 21 de octubre de 2019

Actitud

Actitud



La calidad de nuestra consciencia afecta directamente la actitud que mantenemos en nuestra mente. Cuando estoy en la consciencia de mi auto-respeto como ser espiritual, me libero de las trampas sutiles en mi mente que me sujetan con las cadenas del miedo y las dudas. Con este cambio en la actitud, soy capaz de percibir las personas y situaciones más claramente. Tener una actitud espiritual es estar en un espacio interior de benevolencia y generosidad incondicional.

En el mundo de hoy en día, muchas personas debido al miedo y la ansiedad se aferran a las cosas, su actitud esta sesgada y se basa en prejuicios. Y cuanto mas hacen esto, menos pueden ser benevolentes y generosas y menor es su capacidad de tener empatía.

La actitud es más sutil que el pensamiento consciente. Las actitudes limitadas se forman a partir de las influencias sutiles que absorbemos a lo largo del día, a través de lo que escuchamos, leemos, vemos, a través de opiniones y conversaciones.

Cuando somos conscientes del ahora, entonces rápidamente podemos captar las influencias sutiles que nos están afectando y utilizar el poder del pensamiento elevado y puro para transformar la energía en una actitud benevolente, antes de que se convierta en una actitud negativa.

El poder del pensamiento puede purificar la mente y liberarnos de las actitudes negativas. Tenemos que observar la trayectoria sutil de como los pensamientos pasan de la consciencia a la actitud, después a nuestra percepción de las situaciones y visión de los demás y finalmente a las acciones que elegimos. El pensamiento es la semilla de la causa y el efecto. El pensamiento es energía activa presente todo el tiempo.

Los pensamientos son como semillas. Determinan nuestra consciencia, actitud, visión, palabras y acciones. Se dice "según siembras así cosechas". Solemos interpretar este dicho en referencia a las acciones, pero antes de la acción necesitamos sembrar la semilla del pensamiento, de la que cosecharemos sus frutos a través de las acciones.
 

jueves, 17 de octubre de 2019

Introversión, paz y silencio

Introversión, paz y silencio


 

La extroversión es lo que desperdicia nuestra energía y nos hace sentir débiles. En un estado de introversión pensamos menos y hablamos menos. Entonces tenemos la capacidad de poner en la acción lo que sea que pensemos y lo que necesitemos hacer.
La serenidad verdadera no se muestra tanto en la cara como en la profundidad y quietud de la mirada.
Si plantamos un semilla positiva y limpia de pensamientos y nos concentramos en ella, le damos energía al igual que el sol se la da a una semilla plantada en la tierra. Y al igual que la semilla en la tierra despierta, se mueve y empieza a crecer, los pensamientos en los que nos concentramos empiezan a desarrollarse y crecer. Así que sembremos pensamientos positivos. Cada mañana, antes de empezar el viaje del día, sentémonos tranquilamente, en silencio, y sembremos la semilla de la paz. La paz es nuestra fortaleza original, la eterna tranquilidad de nuestro ser.
No debemos darle permiso a la mente para alterarse. Una mente alterada se influencia fácilmente. El precio será perder la paz. Aprendamos a mantener nuestra paz liberándonos de los apegos. Competir o compararse con los demás no nos permitirá enfocarnos hacia el interior. Un enfoque interior nos permite mantener la visión en nuestro ser más elevado. Tenemos que recordar nuestra naturaleza original. Nos permite forjar un vínculo con Dios. Una mente calmada no es sólo pacífica, está enfocada, concentrada y llena de buenos deseos y sentimientos puros.
La paz no es una actitud pasiva, es un estado activo. Requiere una atención constante el vivir y responder como un ser pacífico ante cualquier trastorno de la vida.
La verdadera paz sólo se puede experimentar cuando dejamos de dar y de tomar pesar. Llenemos nuestra mente con paz y buenos sentimientos y así podremos compartir esa experiencia con otros. Permanezcamos llenos de paz internamente y esta paz alcanzará a las personas que amamos y finalmente al mundo entero.
Necesitamos aprender a crear silencio en nuestras mentes y entonces la paz florecerá en nuestras almas. Y es cuando experimentamos el silencio interior que podemos dejar que Dios entre en nuestros corazones y mentes y nos llene de amor, fortaleza y paz.