martes, 29 de diciembre de 2015

Paciencia

Paciencia

La paciencia es una virtud y también un poder. La paciencia nos dice que el 
viaje de miles de millas empieza con un simple paso y que alcanzaremos el destino paso a paso, uno cada vez. La paciencia nos enseña a evitar las prisas. Entendiendo que hay una razón y un momento para todo, eso nos capacita a sonreír ante los desafíos de la vida, dándonos cuenta de que en realidad existe una respuesta a cada situación. Y, aunque no podemos verla, tenemos el reconocimiento de que en cada crisis se esconde una oportunidad.
Con paciencia aprendemos a discernir y encontrar todo lo valioso y positivo en cada persona. Aquello de lo que podemos aprender y que siempre nos ayudará a fortalecer nuestra visión y relación con los demás.
Con paciencia aprendemos a descartar el hábito de ser duros y ásperos con nosotros mismos, lo cual nos causa olas sutiles de pesar. En lugar de ello desarrollamos la virtud de hablarnos a nosotros mismos pacientemente, suavemente, como haríamos con un niño. Desde ese espacio de paciencia se hace más fácil tolerar, perdonar y cambiar. Y un principio espiritual muy sencillo nos enseña que aquello que no sabemos darnos a nosotros mismos, no podremos darlo a los demás. De modo que aprender a enseñarnos y corregirnos con paciencia, se convierte en la base para desarrollar esa misma actitud con los demás.
Una madre enseña a su hijo con amor y paciencia hasta que el niño aprende. Sé una madre y enséñale a tu mente a tener pensamientos positivos y a soltar las preocupaciones. Entonces, cuando tu mente necesite calmarse, te obedecerá.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Autosoberanía: la verdadera libertad

Autosoberanía: la verdadera libertad

Para entender lo que es la libertad, primero tenemos que entender lo que genera el sentimiento de esclavitud. No hay cadenas físicas que nos limiten. Se trata de actitudes, creencias, hábitos y características de la propia personalidad que nos hacen sentir el peso de una situación. 

Hay esclavitudes creadas a través de la mala convivencia con los demás en el pasado.
Hay esclavitudes relacionadas con las expectativas de los demás, la familia, la sociedad.
Hay esclavitudes en la atmósfera de confusión generalizada que existe en el mundo a nuestro alrededor.
Hay esclavitudes en las propias flaquezas internas.

Estos cuatro tipos de presión suprimen el sentimiento de ser libre.

Las esclavitudes se adquieren. No forman parte de la naturaleza original del ser.

A través del conocimiento sobre la naturaleza real de las esclavitudes, podremos disminuir su efecto de forma considerable. Entonces podemos empezar a disfrutar de nuestra libertad verdadera: la espiritual.

Esta reconquista interna se llama autosoberanía. Nos capacita a conseguir la libertad para ser lo que siempre hemos querido ser: pacíficos, alegres, benevolentes, amables.

Es precisamente esta nueva naturaleza que aflora lo que también se gana los corazones de los demás.

En la libertad del ser, desarrollamos nuestra individualidad y destacan algunas cualidades que le son propias. De forma natural se desarrolla respeto hacia uno mismo, derivado del sentimiento de soberanía que ejercemos sobre nuestros tesoros – pensamientos, palabras, acciones, tiempo, energía y riqueza. Se hace fácil formar parte de cualquier grupo de personas, en la familia o en el trabajo. 

Debido a la fuerza y la comprensión que existen en este estado espiritual, es fácil amar primero y de forma constante, a las personas que forman parte de nuestro día a día.

Aprendemos en ese estado algunos principios importantes:

Es preciso tener libertad sin individualismo.
Es preciso saber amar sin caer en las garras del apego.
Es preciso ser libre internamente. Ésa es la auténtica independencia.
Por ser amable eres amado.


Fotografía: Umninjaviajando.eu