Aceptar a los demás de manera incondicional les permite quitarse sus máscaras y sentirse cómodos con quiénes son. La seguridad de ser aceptados les da la libertad de ser ellos mismos y eso, a su vez, les permite aceptarse a sí mismos también.
Todos nos encontramos en situaciones en las que sentimos rechazo o resistencia hacia otra persona. También pondríamos en marcha una nueva lucha en contra de lo que nos desagrada cuando leemos las noticias del mundo.
Sin embargo, nos olvidamos de que cuando decidimos que vamos a resistirnos a algo o a alguien, sea mental o físicamente, simplemente estamos fortaleciendo el objeto de nuestra resistencia, sea en la realidad o en nuestras propias mentes.
Si quieres disfrutar de la habilidad de influenciar, siempre empieza con la aceptación. Si quieres desarmar a los demás, empieza con aceptación. Si quieres animar y facultar a otros para que cambien, empieza con la aceptación. No la conviertas en algo condicional. De lo contrario es sólo resistencia disfrazada de aceptación y todavía estás intentando controlarles.
Y todos podemos oler desde la distancia a un controlador… ¿no es así?
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