Administración del tiempo
Administrar el tiempo con sabiduría y precisión es un arte delicado y sutil. En general, en la actividad, nos interesa aprovechar más el tiempo y conseguir resultados. La agenda personal ha sido y es un buen instrumento que nos ayuda en nuestra organización. Vamos aprendiendo el arte de asignar prioridades a las tareas, discerniendo la real importancia de las mismas. Con estas ayudas podemos sentirnos mejor encaminados para lograr una gestión eficaz de este recurso tan preciado.
Sin embargo, a medida que nos movemos en el campo de la acción, nuestra relación con el tiempo se tiñe con diferentes experiencias, no siempre positivas, en las que la percepción de falta de control sobre el tiempo va acompañada de sensaciones de estrés y tensión.
Entonces se hace importante plantearnos algunas reflexiones: ¿Se puede en verdad controlar algo en esta vida? ¿Sabemos acaso qué puede ser de nosotros dentro de un minuto? Cuanto más se quiere controlar algo o a alguien, más desperdiciamos los preciosos recursos de energía y tiempo en tratar de ejercitar ese control.
La forma en que se experimenta el tiempo va pareja al estado de la mente. El tiempo "vuela" cuando la mente vuela. Una actitud reflexiva y constructiva requiere de una mente serena y calmada. Así se ahorrará tiempo. Cuando mi mente se tranquiliza, se enriquece la acción con paz y positividad, y se siente que el tiempo se expande, mientras que una mente agitada y negativa será una fuente de imprecisiones y desarmonía en las acciones, y experimentará que siempre falta tiempo para conseguir los objetivos que se propone.
Necesitamos aprender a ir de dentro hacia fuera: primero está la semilla (nuestro estado anímico, mental y
espiritual), después el árbol (la expansión de las acciones y la actividad).
Se hace preciso dedicar tiempo para conocerse y cuidarse uno mismo.
Esto no es egoísmo, sino un respeto genuino por el ser. Si uno no se ve a sí mismo como algo prioritario e invierte algo de tiempo para sí, tendrá que utilizar muchísimo tiempo intentando controlar y arreglar todas las situaciones externas... y sin garantías de éxito.
Dadi Janki, una sabia yoguini de India, dijo una vez: "El tiempo, los pensamientos y la energía no se deberían malgastar, si algo no es necesario, no lo hagas. El tiempo no va a esperarnos, así que, ¿porqué no utilizar nuestro precioso tiempo en ser felices? No esperes al futuro para cambiar, si no es ahora, entonces no será nunca".
La práctica del silencio y la meditación nos capacita a entrar en nuestro mundo interno y descubrir nuestras habilidades y capacidades para ser maestros del tiempo y de las situaciones.
Administrar el tiempo con sabiduría y precisión es un arte delicado y sutil. En general, en la actividad, nos interesa aprovechar más el tiempo y conseguir resultados. La agenda personal ha sido y es un buen instrumento que nos ayuda en nuestra organización. Vamos aprendiendo el arte de asignar prioridades a las tareas, discerniendo la real importancia de las mismas. Con estas ayudas podemos sentirnos mejor encaminados para lograr una gestión eficaz de este recurso tan preciado.
Sin embargo, a medida que nos movemos en el campo de la acción, nuestra relación con el tiempo se tiñe con diferentes experiencias, no siempre positivas, en las que la percepción de falta de control sobre el tiempo va acompañada de sensaciones de estrés y tensión.
Entonces se hace importante plantearnos algunas reflexiones: ¿Se puede en verdad controlar algo en esta vida? ¿Sabemos acaso qué puede ser de nosotros dentro de un minuto? Cuanto más se quiere controlar algo o a alguien, más desperdiciamos los preciosos recursos de energía y tiempo en tratar de ejercitar ese control.
La forma en que se experimenta el tiempo va pareja al estado de la mente. El tiempo "vuela" cuando la mente vuela. Una actitud reflexiva y constructiva requiere de una mente serena y calmada. Así se ahorrará tiempo. Cuando mi mente se tranquiliza, se enriquece la acción con paz y positividad, y se siente que el tiempo se expande, mientras que una mente agitada y negativa será una fuente de imprecisiones y desarmonía en las acciones, y experimentará que siempre falta tiempo para conseguir los objetivos que se propone.
Necesitamos aprender a ir de dentro hacia fuera: primero está la semilla (nuestro estado anímico, mental y
espiritual), después el árbol (la expansión de las acciones y la actividad).
Se hace preciso dedicar tiempo para conocerse y cuidarse uno mismo.
Esto no es egoísmo, sino un respeto genuino por el ser. Si uno no se ve a sí mismo como algo prioritario e invierte algo de tiempo para sí, tendrá que utilizar muchísimo tiempo intentando controlar y arreglar todas las situaciones externas... y sin garantías de éxito.
Dadi Janki, una sabia yoguini de India, dijo una vez: "El tiempo, los pensamientos y la energía no se deberían malgastar, si algo no es necesario, no lo hagas. El tiempo no va a esperarnos, así que, ¿porqué no utilizar nuestro precioso tiempo en ser felices? No esperes al futuro para cambiar, si no es ahora, entonces no será nunca".
La práctica del silencio y la meditación nos capacita a entrar en nuestro mundo interno y descubrir nuestras habilidades y capacidades para ser maestros del tiempo y de las situaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario