Entender el juego de la vida
En repetidas ocasiones hemos usado la analogía de la vida vista como un juego. El juego de la vida. Y cada ser humano como un jugador en el juego de la vida. Esta perspectiva nos abre a una conciencia de aprendizaje y de motivación. En un juego siempre queremos progresar y ganar. Nunca jugamos para perder. Ahora bien, ¿qué significa jugar para ganar?
En el juego de la vida no estamos jugando contra nadie, ni buscamos tener victoria sobre otros. Más bien, jugar para ganar significa avanzar en el camino de la maestría interior y del auto-conocimiento. Las situaciones de la vida están ahí para aprender algo de ellas y para superarlas y seguir avanzando.
Cada vez que nos alteramos, afectamos o enfadamos debido a alguna escena del juego de la vida, significa en realidad que no hemos entendido el juego. Tal vez alguien se comporta de una manera que percibo como injusta, sin embargo mi reacción de enojo es mi propio error. Retrocedo en el juego de la vida, ya que entrar en un estado de ira, al nivel que sea, significa retroceder. La ira me aleja de mi meta. La meta, como hemos mencionado, es la maestría interior, o podemos denominarla también la auto-soberanía.
Esto quiere decir que cada situación y escena de la vida es una oportunidad de usar alguna virtud, algún poder espiritual o algún método y perspectiva adecuados. Es entonces cuando juego para ganar. No estoy luchando contra la situación sino enfocándome en discernir y responder con sabiduría. Responder de tal manera que siga avanzando en el juego de la vida.
Necesito también conocer las reglas del juego de la vida y eso implica ser un buen observador. Cuando mi respuesta es equilibrada y respeta los principios y leyes espirituales naturales, de forma natural avanzo en el juego de la vida. Y la recompensa del progreso es el sentimiento de satisfacción y contentamiento interior.
Excelente post sobre meditacion Gracias!!
ResponderEliminarEl juego de la vida, en eso estamos, procurar ver la vida como un juego no es nada fácil porque a la mínima (costumbre de toda una vida) nos implicamos y perdemos de vista el juego. Pero por fortuna tenemos quien nos ayuda a centrarnos.
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