Valores y virtudes
Solemos pensar que el mundo
sería un lugar mucho más agradable si todos nos rigiéramos por
valores humanos elevados y espirituales. Pero es muy poco lo que
hacemos para ayudar al florecimiento de tales valores, ya sea en
nuestro hogar, nuestra comunidad o nuestra sociedad. El secreto para
lograrlo es regir nuestra vida por los valores en que creemos, y
hacerlo de tal modo que no sólo los valores hablen por sí mismos
sino que también influencien a los demás. Veríamos entonces cómo
todo parece cambiar mágicamente a medida que los valores enriquecen
nuestras relaciones y aumenta nuestra capacidad para hacer que en
nuestra vida y la de los demás sobrevengan cosas buenas.
De hecho, los valores sólo adquieren importancia cuando los hacemos nuestros conscientemente e intentamos vivir de acuerdo con ellos. De nada sirven si los mantenemos confinados en el mundo de las ilusiones, a la espera de tiempos mejores. Los valores son guías para la conducta y debemos dejar que arraiguen en nuestra mente, que florezcan en nuestro corazón y se expresen en nuestras acciones, hasta que pasen a ser parte constitutiva de nuestros pensamientos, nuestro ser y nuestra conducta.
A fuerza de poner en práctica un valor de un modo constante, éste se vuelve un hábito y acabamos por expresarlo espontáneamente sin que tengamos que sopesar antes los pros y los contras de tal conducta. Estos buenos hábitos son virtudes. Una virtud es una fuerza silenciosa que está llena de belleza, pero que tiene a la vez todo el poder de la verdad. Las virtudes nos colman el corazón y dan sustento a nuestra alma, de modo que nuestras acciones devienen obras de arte que confortan y nutren a los demás y dan significado a lo que somos y hacemos.
Así como los valores son los componentes básicos de la virtud, el elemento guía de ésta es la pureza de la espiritualidad, una espiritualidad que nos induce a volver los ojos hacia nuestro mundo interior, a mirar más allá de lo físico para ver el alma y recordar que el Ser Supremo es la fuente de todas las virtudes.
Copyright © 2011 Asociación Espiritual Mundial Brahma KumarisDe hecho, los valores sólo adquieren importancia cuando los hacemos nuestros conscientemente e intentamos vivir de acuerdo con ellos. De nada sirven si los mantenemos confinados en el mundo de las ilusiones, a la espera de tiempos mejores. Los valores son guías para la conducta y debemos dejar que arraiguen en nuestra mente, que florezcan en nuestro corazón y se expresen en nuestras acciones, hasta que pasen a ser parte constitutiva de nuestros pensamientos, nuestro ser y nuestra conducta.
A fuerza de poner en práctica un valor de un modo constante, éste se vuelve un hábito y acabamos por expresarlo espontáneamente sin que tengamos que sopesar antes los pros y los contras de tal conducta. Estos buenos hábitos son virtudes. Una virtud es una fuerza silenciosa que está llena de belleza, pero que tiene a la vez todo el poder de la verdad. Las virtudes nos colman el corazón y dan sustento a nuestra alma, de modo que nuestras acciones devienen obras de arte que confortan y nutren a los demás y dan significado a lo que somos y hacemos.
Así como los valores son los componentes básicos de la virtud, el elemento guía de ésta es la pureza de la espiritualidad, una espiritualidad que nos induce a volver los ojos hacia nuestro mundo interior, a mirar más allá de lo físico para ver el alma y recordar que el Ser Supremo es la fuente de todas las virtudes.
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