El poder de la mente es esencial para que el alma pueda gobernar su reino interior con precisión.
La ilusión y la ignorancia entran en la mente a través de las puertas de los sentidos y crean muchos y diferentes deseos. Los deseos atrapan la mente en pensamientos de logros limitados. El deseo más elevado de la mente es ser pacífica, y una vez se satisface, todos los demás deseos limitados terminan.
La mente normalmente está ocupada con dos tipos de pensamientos: pensamientos inútiles y pensamientos poderosos.
Los pensamientos inútiles nos traen pesadez, disminuyen nuestro entusiasmo y coraje y crean dudas que acaban por desanimarnos incluso en relación a temas pequeños. Los pensamientos inútiles nos privan de conseguir logros elevados. Hay muchos deseos, muchas esperanzas y muchos planes, pero debido a la falta de poder de voluntad y determinación, los pensamientos no se traducen en acciones. La velocidad de los pensamientos se vuelve muy rápida e irracional. Los pensamientos inútiles son como un tifón: crean fluctuación y caos, nos vacían de energía espiritual y nos hacen desperdiciar el tiempo.
Los pensamientos poderosos están enfocados sólo en aquello que queremos conseguir. La velocidad de los pensamientos es más calmada y éstos nos aportan paciencia. Tales pensamientos crean un sentimiento de frescor y calma interior, que genera bienestar en el ser. Los pensamientos poderosos son benevolentes, nos capacitan a acumular energía espiritual y hacen que nuestro tiempo sea fructífero. Los pensamientos y las acciones se van igualando y este equilibrio nos conduce al éxito.
A fin de que la mente permanezca constantemente poderosa tenemos que aplicar dos principios: tener pensamientos positivos hacia uno mismo y hacia los demás. Cuando los pensamientos son puros y poderosos, somos capaces de transformar lo negativo en positivo a nivel de la mente. Si no tenemos pensamientos positivos hacia el ser no es posible tenerlos hacia los demás.
En estos tiempos hay una gran necesidad de paz en la mente. Con el poder de los pensamientos puros y positivos y con buenos deseos podemos dar a las demás almas la donación de la paz.
La ilusión y la ignorancia entran en la mente a través de las puertas de los sentidos y crean muchos y diferentes deseos. Los deseos atrapan la mente en pensamientos de logros limitados. El deseo más elevado de la mente es ser pacífica, y una vez se satisface, todos los demás deseos limitados terminan.
La mente normalmente está ocupada con dos tipos de pensamientos: pensamientos inútiles y pensamientos poderosos.
Los pensamientos inútiles nos traen pesadez, disminuyen nuestro entusiasmo y coraje y crean dudas que acaban por desanimarnos incluso en relación a temas pequeños. Los pensamientos inútiles nos privan de conseguir logros elevados. Hay muchos deseos, muchas esperanzas y muchos planes, pero debido a la falta de poder de voluntad y determinación, los pensamientos no se traducen en acciones. La velocidad de los pensamientos se vuelve muy rápida e irracional. Los pensamientos inútiles son como un tifón: crean fluctuación y caos, nos vacían de energía espiritual y nos hacen desperdiciar el tiempo.
Los pensamientos poderosos están enfocados sólo en aquello que queremos conseguir. La velocidad de los pensamientos es más calmada y éstos nos aportan paciencia. Tales pensamientos crean un sentimiento de frescor y calma interior, que genera bienestar en el ser. Los pensamientos poderosos son benevolentes, nos capacitan a acumular energía espiritual y hacen que nuestro tiempo sea fructífero. Los pensamientos y las acciones se van igualando y este equilibrio nos conduce al éxito.
A fin de que la mente permanezca constantemente poderosa tenemos que aplicar dos principios: tener pensamientos positivos hacia uno mismo y hacia los demás. Cuando los pensamientos son puros y poderosos, somos capaces de transformar lo negativo en positivo a nivel de la mente. Si no tenemos pensamientos positivos hacia el ser no es posible tenerlos hacia los demás.
En estos tiempos hay una gran necesidad de paz en la mente. Con el poder de los pensamientos puros y positivos y con buenos deseos podemos dar a las demás almas la donación de la paz.
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