La inteligencia espiritual (Parte I)
La inteligencia espiritual está por encima de la inteligencia operativa, la que nos permite resolver problemas mediante el razonamiento lógico e incluso por encima de la inteligencia emocional, la que nos ayuda a saber relacionarnos y convivir con los demás.
La inteligencia espiritual se basa en un nuevo lenguaje, el silencio, y en una visión que se enfoca en el sentido superior y trascendente de la vida. Permite experimentar la dimensión espiritual, reconocer la importancia de los pensamientos y de la conciencia que éstos crean. Desarrolla una felicidad serena pero estable, ya que no depende de factores externos sino que nos abre a la percepción del tesoro, la belleza que todos llevamos dentro.
Con la inteligencia espiritual se potencian habilidades como:
1. Permanecer pacífico independientemente de las circunstancias.
En el silencio uno es capaz de descubrir la verdadera identidad espiritual, donde existe un espacio inmaculado en el que tan solo hay paz, silencio y verdad.
Cuando entramos en ese espacio interior, el alma despierta y reconoce su valor, reconoce el sentido de la vida y reconoce a su Amigo eterno.
Esta experiencia llena al alma humana de poder espiritual que imprime un sello de paz en su personalidad, y que le permite afrontar todas las circunstancias de la vida con otra luz, con otra perspectiva. La vida ya no es un problema sino una escuela donde cada momento es una oportunidad para apreciar, aprender y acumular tesoros interiores.
2. Observar desapegado y no absorberse en las situaciones.
La práctica de entender que somos un ser espiritual dentro de una experiencia humana, nos permite separarnos primero de este instrumento, nuestro cuerpo, y convertirnos en el observador desapegado. Eso no significa que no tengamos interés en lo que ocurre a nuestro alrededor sino que no nos implicamos emocionalmente y de esta manera podemos dar respuestas más efectivas, ahorrando tiempo y energía. También entendemos que la otra persona es un ser espiritual pero que en una situación conflictiva ha olvidado quién es y está identificada con algo que no es, y ésa es la causa de su malestar.
3. Comprender el sentimiento del corazón de los demás.
No es tan solo comprender a los demás, es mucho más que eso, es ver lo que los demás ni siquiera ven; es decir, las motivaciones más profundas por las que están haciendo las cosas, pero no las superficiales sino las más profundas, entenderlas, comprenderlas y dar una respuesta adecuada a eso. Es conectar con la parte inmaculada del otro, ya no vemos la imagen externa, no vemos la superficialidad de las cosas que hace externamente sino que cada vez comprendemos más en profundidad la esencia de esa persona. Esto nos permite satisfacer sus auténticas necesidades. Esto es inteligencia espiritual, en donde somos capaces de trascender lo que se ve y ver lo que no se ve.
(Fotografía por KarlaJiVi, Barcelona)
La inteligencia espiritual está por encima de la inteligencia operativa, la que nos permite resolver problemas mediante el razonamiento lógico e incluso por encima de la inteligencia emocional, la que nos ayuda a saber relacionarnos y convivir con los demás.
La inteligencia espiritual se basa en un nuevo lenguaje, el silencio, y en una visión que se enfoca en el sentido superior y trascendente de la vida. Permite experimentar la dimensión espiritual, reconocer la importancia de los pensamientos y de la conciencia que éstos crean. Desarrolla una felicidad serena pero estable, ya que no depende de factores externos sino que nos abre a la percepción del tesoro, la belleza que todos llevamos dentro.
Con la inteligencia espiritual se potencian habilidades como:
1. Permanecer pacífico independientemente de las circunstancias.
En el silencio uno es capaz de descubrir la verdadera identidad espiritual, donde existe un espacio inmaculado en el que tan solo hay paz, silencio y verdad.
Cuando entramos en ese espacio interior, el alma despierta y reconoce su valor, reconoce el sentido de la vida y reconoce a su Amigo eterno.
Esta experiencia llena al alma humana de poder espiritual que imprime un sello de paz en su personalidad, y que le permite afrontar todas las circunstancias de la vida con otra luz, con otra perspectiva. La vida ya no es un problema sino una escuela donde cada momento es una oportunidad para apreciar, aprender y acumular tesoros interiores.
2. Observar desapegado y no absorberse en las situaciones.
La práctica de entender que somos un ser espiritual dentro de una experiencia humana, nos permite separarnos primero de este instrumento, nuestro cuerpo, y convertirnos en el observador desapegado. Eso no significa que no tengamos interés en lo que ocurre a nuestro alrededor sino que no nos implicamos emocionalmente y de esta manera podemos dar respuestas más efectivas, ahorrando tiempo y energía. También entendemos que la otra persona es un ser espiritual pero que en una situación conflictiva ha olvidado quién es y está identificada con algo que no es, y ésa es la causa de su malestar.
3. Comprender el sentimiento del corazón de los demás.
No es tan solo comprender a los demás, es mucho más que eso, es ver lo que los demás ni siquiera ven; es decir, las motivaciones más profundas por las que están haciendo las cosas, pero no las superficiales sino las más profundas, entenderlas, comprenderlas y dar una respuesta adecuada a eso. Es conectar con la parte inmaculada del otro, ya no vemos la imagen externa, no vemos la superficialidad de las cosas que hace externamente sino que cada vez comprendemos más en profundidad la esencia de esa persona. Esto nos permite satisfacer sus auténticas necesidades. Esto es inteligencia espiritual, en donde somos capaces de trascender lo que se ve y ver lo que no se ve.
(Fotografía por KarlaJiVi, Barcelona)
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