jueves, 27 de octubre de 2011

Prepararse para el silencio

Un verdadero regalo para una vida ocupada es experimentar un largo período de silencio, un tiempo en el que intencionalmente dirigir nuestra atención lejos de las prisas de las conversaciones y los compromisos, las imágenes y mensajes, y las listas y las obligaciones, y en el silencio conectar con nuestro espacio interior.
En la experiencia de algunos, el silencio ha sido una imposición o castigo, por ejemplo, un padre advirtiendo a su hijo: "Cierra la boca y vete a tu habitación." El silencio en el que estamos entrando aquí es una elección libre. Este silencio es una oportunidad para descubrir cosas nuevas y diferentes.

El silencio no es una falta de comunicación. Hay un lenguaje sutil que nos conecta con los demás a través de la mirada, con una sonrisa o un gesto. La fluidez en este idioma sutil llama a nuestra capacidad de observar los pequeños detalles de la vida. A medida que desarrollamos este lenguaje sutil, descubrimos que somos menos dependientes de los dispositivos tecnológicos que nos puede conectar, pero que también pueden hacer que nos sintamos más separados.

En el silencio podemos conectar con la calidad más elevada de pensamiento. La acción surge de la semilla del pensamiento. Las acciones son el fruto de estas semillas. ¿Cuál es el suelo que elijo para plantar las semillas de mis pensamientos? ¿La violencia o la paz? ¿La ira o el amor? Estas son opciones de transformación.

El estado de conciencia que alcanzamos en silencio está directamente conectado con la calidad de nuestra comprensión. Entendimiento "en el sonido" es un proceso cognitivo, mientras que la comprensión "en el silencio" es más sutil, dando lugar a una claridad que surge desde el interior. Ambas experiencias son muy diferentes.

En el silencio,  podemos descubrir nuestras cualidades innatas, las cualidades que son inherentes a lo que somos. Entramos en contacto con nuestra eternidad y nos abrimos a confiar en nuestra esencia más profunda.

En el silencio, conectamos con nuestra fuerza interior y experimentamos confianza, fe, seguridad, belleza y dignidad. Es a partir de la base de esta fortaleza interior que mis acciones pueden evolucionar.

En el silencio podemos escuchar la llamada de Dios, la llamada de la naturaleza, la llamada de los que están necesitados.

El silencio es una oportunidad para descansar en el regazo de mi propia grandeza. El silencio es una disciplina, no de hacer, sino de ser.
Podemos utilizar alguno de estos pensamientos como base para incrementar de manera práctica nuestra experiencia del silencio.

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