miércoles, 26 de septiembre de 2012

Aceptación, alegría y amor

Al aceptar incondicionalmente a los demás los ayudamos a que se despojen de sus máscaras y se sientan a gusto con lo que son. La seguridad de que se los acepta les da la libertad de ser ellos mismos, y con ello pueden llegar a conocerse fácilmente y a aceptarse a sí mismos.

Alentar mi optimismo es el mejor modo de conservar la alegría. Para lograrlo puedo empezar el día meditando sobre cómo derramar luz y amor en las situaciones que se me presentarán a lo largo del día. Si luego me mantengo en contacto con el espíritu de Dios y con su benévola mirada, la felicidad interior que me embargará me ayudará a afrontar cualquier situación sin sentirme agobiado.

A medida que crece nuestra fuerza espiritual, abandonamos el hábito de preocuparnos. Para nada sirve, como no sea para llenarnos de tensión y hacernos sentir desdichados. Cuando dejo de inquietarme por cosas que están más allá de mi control, y en cambio me concentro en crear pensamientos optimistas y bondadosos, mi vida se encauza en direcciones mucho más positivas. Al encarar la vida con espíritu liviano y optimista puedo afrontar con calma todo lo que ella me depare.

Todos deseamos que nos amen por lo que somos. Cuando amo plenamente a los demás, refuerzo su autoestima y ayudo a que ellos a su vez traten con amor a los otros. Aunque no vea resultados inmediatos , el amor siempre está actuando. Si sólo doy mi amor a una o dos personas, éste acabará por extinguirse. Si aprendo a llenar mi corazón de amor y a brindárselo en silencio a todo aquel que encuentro, el amor embellecerá cada rincón de mi vida.

Si comienzo cada día meditando en silencio y colmando mi mente de pensamientos positivos y llenos de amor, poco a poco desalojaré todo cinismo y hostilidad. Mi espíritu debe ser tan hermoso y acogedor que Dios mismo quiera venir a visitarme.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Un corazón generoso, una mente generosa

Tener una mente generosa significa tener en cada actividad un gran corazón. Tener un gran corazón significa tener constantemente buenos deseos hacia los demás y a que avancen mediante tales buenos deseos.

Tener un corazón generoso significa tener el sentimiento de ser un donador y donar las especialidades, las virtudes y los poderes que se han obtenido. Donar la riqueza del conocimiento espiritual a través de las palabras es un acto valioso, pero aún lo es más ser cooperativo en donar las propias virtudes. Ser cooperativo en capacitar a que los demás se hagan virtuosos a través de las virtudes del ser, ser cooperativo en llenar a los demás con especialidades, esto es lo que significa ser un gran donador, el que tiene un gran corazón, un filántropo.

¿Cuáles son las características de un alma con tal mente generosa? Se darán tres características especiales. Tal alma estará libre de tres cosas: los celos, el rencor y la naturaleza de criticar a los demás, o burlarse. Liberarse de estas tres cosas para siempre se conoce como tener una mente generosa.

Los celos generan angustia en el ser y trastornos en los demás. Así como a la ira es como un gran fuego, los celos también son un fuego.

El rencor nunca le permite al alma la experiencia de ser quien tiene pensamientos puros, o quien tiene buenos deseos hacia los demás. El rencor hace que el ser caiga y hace caer también a los demás.

De la misma forma, criticar a alguien, sea como una broma o seriamente, también significa dar pesar. Es como si alguien está caminando y le empujas o le haces la zancadilla y le haces caer. Si a alguien se le hace caer de esta forma, sea pequeña o grande la herida producida, eso le hará perder coraje y le hará seguir pensando acerca de esa herida. Mientras esa herida dure, seguirá recordando a quien le ha infringido esa herida. Eso no es algo pequeño. Es muy fácil hablar sobre alguien, pero incluso la herida infringida como una broma adopta la forma de pesar. Esto se acumula en la cuenta personal de dar pesar a los demás.

El alma con mente generosa y corazón generoso no tendrá estas tres cosas. Tal alma tendrá amor por servir y elevar a los demás. La base para tener éxito constante en el servicio es la generosidad.

martes, 4 de septiembre de 2012

El poder del desapego

Cuando la energía de nuestra consciencia esta fuera de control, la mente está en un estado de agitación. Nos gobiernan las emociones. La solución es desapegarse de las tormentas internas, separarse y observar el huracán, dejando que pase. La observación desapegada retira la energía que tus emociones requieren para sustentarse.

Por ejemplo, la ira es una condición en la que la lengua trabaja más rápido que la mente. Decimos cosas sin pensarlas, bajo la presión emocional del enfado o la reacción. Cuando nos desapegamos y observamos nuestra propia ira, ésta muere. Si no nos desapegamos de ella y la observamos… entonces será nuestra dueña.


Por otro lado, necesitamos poder para permanecer libres de la influencia de los demás. El desapego es este poder. Si no podemos permanecer desapegados de las influencias, no podremos mantener los pensamientos bajo control. A partir de ahí se generará una espiral descendente hasta que todo rastro de bienestar interior se pierda.

El primer paso en el desapego es comprender quién eres como entidad espiritual. Esto te permite “desapegarte” de tu identidad física, y todo su mundo de pensamientos y sentimientos limitados, y en lugar de ello “apegarte” a tu personalidad espiritual, el ser de paz, fortaleza y estabilidad.

Un día normal siempre estará lleno de desafíos hacia este desapego. Por un lado estará tu conciencia espiritual, pero por el otro estará la atracción hacia los seres humanos y el mundo material. El desapego no quiere decir alejarse del mundo material, sino simplemente permanecer consciente de ti mismo como ser espiritual mientras estás en el mundo e interpretas tu papel. El desapego simplemente significa mantenerte centrado en tu espiritualidad.