lunes, 27 de enero de 2020

EL CAMINO DEL SILENCIO

EL CAMINO DEL SILENCIO



La experiencia del silencio nos ayuda a reconectar con nuestra esencia más profunda, la que no se ve afectada por las características imperfectas que hemos adquirido viviendo en un mundo imperfecto.

Redescubrimos que nuestro ser está lleno de cualidades divinas, y percibimos todo su potencial de plenitud y bienestar. En ese estado experimentamos una ausencia total de conflictos y de negatividad estabilizándonos en un punto de profunda quietud. Es importante que nos tomemos un tiempo para llegar a ese espacio interno de silencio. Esa experiencia nos proporcionará un beneficio incalculable.
Ante todo, nos permitirá controlar mejor los pensamientos. Descubriremos, por ejemplo, que no hay necesidad de pensar tanto como a menudo hacemos, que desde el silencio vamos a obtener respuestas más claras y precisas para todo lo que necesitamos.

En segundo lugar, la experiencia del silencio nos libera de las amarras de nuestra programación y condicionamiento negativos. Experimentaremos más fácilmente la verdad de nuestra paz y dignidad internas, lo cual nos ayudará a su vez a mantener la mente enfocada.

En tercer lugar, el poder del silencio puede compartirse. A medida que aumentamos la experiencia del silencio, nuestra fortaleza puede ayudar a quienes no la tienen para que continúen en sus esfuerzos por desarrollar el ser y experimentar la paz. Nuestras reservas de silencio, sumadas a los pensamientos verdaderos y poderosos, ayudarán a los demás a liberarse de lo limitado para alcanzar lo ilimitado y lo divino.
Es muy beneficioso dejar atrás los pensamientos de temas mundanos y prácticos y las palabras y permanecer por un tiempo en silencio. Es enormemente refrescante y nutritivo, y crea hábito. El amor por la introversión espiritual, la soledad y el silencio complementa nuestra vida de una manera hermosa.

lunes, 20 de enero de 2020

¿Cómo podemos superar el miedo?

¿Cómo podemos superar el miedo?



Antes de participar o de reaccionar, a menudo necesitamos relajarnos, calmarnos y observar para que nuestra contribución sea apropiada y positiva.

Aprender a observar:
¿Cómo me veo a mí mismo?
¿Como alguien valioso?
¿Con el derecho a ser?
¿Puedo afrontarme a mí mismo?
¿Me gusto, me acepto y me respeto a mí mismo?

¿Cómo veo a los demás?
¿como amigos?
¿como enemigos?
¿como maestros?
¿como apoyos?
¿como extensiones mías?
¿como objetos de valor?

¿Cómo veo la vida? Ante todo como:
¿Alegría o dolor?
¿Un regalo o una maldición?
¿Un juego o una batalla?
¿Aprendizaje o pérdida?

Si recorremos estas preguntas despacio y con calma, y nos tomamos el tiempo para pensar sobre ellas, las respuestas nos harán conscientes de si estamos construyendo muros o puentes en nuestra vida. ¿Hay sólo puentes o sólo muros o ambas cosas? ¿Más puentes o más muros? La respuesta negativa es un muro; la positiva es un puente.
He aquí algunas formas de construir más puentes y menos muros:

Confianza – Aprende a confiar, porque confiar en uno mismo, en los demás y en la vida abre posibilidades imprevistas. No te preocupes demasiado si te engañan, si el otro no dice la verdad, si, si, si… Deja estos “si” y actúa. Como se suele decir: “Quien nada arriesga, nada gana.”

Fe – Salta por encima de las barreras; no las conviertas en excusas. Si no aceptamos retos, nuestra vida es una vida de “aburrida seguridad” cuyo fundamento está en el miedo a la novedad y al cambio. Puede parecer cómoda y segura, pero es de una seguridad ilusoria, que puede romperse en cualquier momento, de cualquier forma.

Aceptación – Los errores, los contratiempos, los fracasos, las decepciones forman parte del proceso de crecimiento y de conocimiento, y no hay que condenarlos o temerlos. Todo ser humano los ha experimentado o los está experimentando, y los continuará experimentando.

Siempre queda luz
 – Todas las cosas tienen su significado y, si no ahora, al fin, entenderemos ese significado. Es sano para la mente y el cuerpo no cargar con el peso de la exageración y la falta de perspectiva.

La vida es un juego – Conoce las reglas y juégalo bien. Un buen jugador entiende, por eso es tranquilo, tolerante y flexible, no se queda atascado en una jugada, un movimiento u otro jugador durante demasiado tiempo, concede el respeto y la atención debidos, pero sigue adelante. Un buen jugador desempeña en el juego el papel que le corresponde y no intenta desempeñar el de los demás.

Amor propio – Reconozcamos nuestra realidad espiritual como seres humanos con recursos de calidad en su interior que tienen siempre que estar abiertos para usarlos. No necesitamos aceptar falsos apoyos del exterior, como un nombre, fama y elogio. Somos lo que somos por lo que hay en nuestro interior. Nuestro punto de referencia es lo que de eterno y valioso hay en nuestro interior; entonces no puede darse el miedo a recibir daño.

Silencio y perspectiva positiva – Cuando nos damos cuenta de la importancia de estar en silencio y quietud de vez en cuando, entonces nuestra positividad hacia el yo y la vida se reexamina y renueva. De lo contrario, la velocidad e inmensidad de las fuerzas negativas, provengan del yo o de los demás, sin duda nos harán temerosos.

Alejémonos de las presiones de la vida y aprendamos a romper las cadenas del miedo que nos atan y nos impiden progresar espiritualmente.

lunes, 13 de enero de 2020

El arte de mantener un equilibrio

El arte de mantener un equilibrio


El equilibrio es lo que mantiene todo en su lugar y lo mueve todo ordenadamente tanto en el mundo físico como en la vida humana. Una personalidad equilibrada es la clave para el éxito. De hecho, ser equilibrado en todos los aspectos es uno de los objetivos finales del desarrollo personal y espiritual.

La naturaleza nos ofrece maravillosos ejemplos de equilibrio. Desde la mariposa que aletea y el pajarillo que vuela hasta los movimientos planetarios en el sistema solar, todo está operando sobre el principio del equilibrio. La tierra y el cielo, el fuego y el agua, todos los ciclos de energía operan sobre el principio del equilibrio.

En términos espirituales, el equilibro es la habilidad de posicionarse ante la vida desde una perspectiva clara y realizar la acción adecuada en el momento preciso. Una persona equilibrada será capaz de apreciar la belleza y el significado de cada situación, sea favorable o adversa. Tendrá la habilidad de aprender de la situación y avanzar con sentimientos positivos. Así como hay una descarga o cortocircuito cuando se rompe el equilibrio de los polos positivo y negativo en un circuito eléctrico, de forma similar, cuando perdemos el equilibrio en nuestra vida, también se descarga nuestra batería interna.

Ser equilibrado significa estar siempre alerta, plenamente enfocado y tener una visión amplia. El equilibrio viene a través de un entendimiento profundo, de la humildad y de la tolerancia. Viene de la comprensión de que aunque la vida está llena de altibajos, debemos mantener siempre una conciencia elevada. Así evitamos la reacción, las prisas o la excitación, y elaboramos una respuesta calmada, fácil y madura para cada situación. El estado de equilibrio más elevado es volar internamente con plena libertad y, a la vez, tener los pies firmemente en el suelo de la realidad.

En este estado somos capaces de mantener bienestar y confort espiritual, más allá de la influencia de la alabanza o del insulto, de la alegría o del pesar, de la victoria o de la derrota, de la ganancia o de la pérdida. Cuando la alabanza venga a nosotros hemos de aceptarla graciosamente, de forma liviana, y liberarnos pronto, preparados para empezar de nuevo. Cuando sea el insulto lo que venga a visitarnos, hemos de mantenernos anclados en la sabiduría, tan libres y a salvo que podamos pensar en profundidad y aprender una lección o hallar una solución.

El equilibrio viene de un profundo entendimiento de las leyes divinas que operan en el universo y de permanecer constantemente anclado en estas verdades eternas a través de los altibajos de la vida. Una mente serena y un intelecto divino constantemente nutrido con el amor de Dios y la sabiduría ayudan a mantener un equilibrio constante en la vida.

Una perspectiva espiritual y un vínculo mental con Dios en la meditación ayudan a desarrollar el correcto equilibrio entre la cabeza y el corazón, las emociones y la lógica, el amor y el desapego, la seriedad y la liviandad, la madurez y la jovialidad.

lunes, 6 de enero de 2020

Ser un auto-soberano

Ser un auto-soberano


Antiguamente, en la India, se consideraba que para gobernar el reino, los futuros aspirantes al trono, tenían que saber primero gobernarse a sí mismos, tenían que tener auto-control y auto-dominio. Ésta era una condición ineludible para poder acceder al trono.

El conocimiento de la Meditación Raja Yoga nos enseña a hacernos conscientes del ser espiritual, de nuestra verdadera esencia. Esto a su vez nos lleva a la comprensión y la experiencia de una profunda verdad: yo, el alma, tengo la capacidad en potencia de gobernar mi mundo interior. Sin embargo, esta capacidad sólo se puede desarrollar plenamente cuando practicamos la conciencia del alma. Esto significa hacernos conscientes de la energía del alma, la energía del ser espiritual, un punto de luz brillando en nuestro interior, y dejar de identificarnos con la forma corporal perecedera y temporal, el cuerpo, que es el traje a través del cual se expresa el alma. El alma es eterna e imperecedera.

En el estado de conciencia del alma podemos, con el trabajo interior necesario, recuperar nuestra auto-soberanía. Ser un auto-soberano significa que nuestro cuerpo funciona bajo las directrices del ser espiritual. No sólo el cuerpo sino todas nuestras funciones sutiles, como la mente y el intelecto. Esto significa que podemos estabilizar el poder del pensamiento, es decir, la mente, donde queramos y cuando queramos. Por ejemplo, si en nuestra mente aparecen pensamientos inútiles o perjudiciales, tenemos la capacidad de aplicar un freno, un punto final y cambiar de dirección a voluntad. Es decir, tenemos soberanía incluso sobre nuestra mente y pensamientos. En esta conciencia tampoco estamos sumisos a la erupción de las emociones y los hábitos que nos controlan, sino que tenemos el poder de controlar nuestros hábitos.

Así que auto-soberanía significa que el ser, es decir, el alma, tiene un derecho sobre la mente, el intelecto y los hábitos y sobre todos los órganos físicos del cuerpo. Si algún órgano nos engaña, por ejemplo, los ojos miran o se enfocan en algo que no hemos decidido mirar, o bien nuestros oídos escuchan algo que no hemos decidido escuchar, esto indicaría una falta de auto-soberanía. La mente, el intelecto y los órganos físicos y de los sentidos, están todos ellos a disposición del auto-soberano y sólo funcionan de acuerdo a las directrices del rey, es decir, el alma.

Para acercarnos a este elevado estado de conciencia, necesitamos dedicar tiempo en soledad para conocernos en profundidad y desarrollar nuestro poder interior. Necesitamos vincular nuestra mente e intelecto con la fuente de energía más pura y poderosa del Universo: el Ser Supremo o el Alma Suprema, que es el océano de todas las cualidades espirituales. Absorbiendo el amor puro e incondicional del Ser Supremo y llenándonos con su poder espiritual inagotable, experimentaremos cómo el alma se hace poderosa y desarrolla los poderes de controlar y gobernar el reino del ser.

Esta auto-soberanía que vamos reconquistando gradualmente nos trae consigo otros invalorables regalos, como el estado de satisfacción y plenitud interior y la experiencia de liberarnos de los miedos y las preocupaciones. Tales son los logros y los beneficios del alma que desarrolla la auto-soberanía.