miércoles, 7 de diciembre de 2011

La belleza del silencio

Aprende a crear silencio en tu mente y florecerá la paz en tu alma y verás la vida con otros ojos.

Para estar interiormente en silencio, no pienses demasiado, confía en ti mismo, en los demás y en la vida, verás que todo es más fácil de lo que aparenta ser.


Muchas veces con la buena intención de resolver un problema, acabas convirtiéndote en parte del problema.


Para aceptar el problema, es más práctico mantenerte en silencio y tranquilo.

No es necesario ir a las causas, sino buscar soluciones. Observa, reflexiona en silencio y toma una decisión.

En el Océano del silencio puedes descubrir tus tesoros eternos de paz, amor y felicidad.
En el silencio se funden los malos sentimientos y el dolor del pasado.
Se dice: el descanso es lo mejor. Imagínate un Océano de paz y de silencio y sumérgete en él. Permite que tu mente se relaje y disfrute de unos momentos de tranquilidad. Libérate de todo lo inútil. Este es el mejor descanso.

El silencio calma el corazón, es un bálsamo que cura las heridas del alma, fortalece el espíritu y te lleva a un mundo sin sonido donde sólo reina la paz.

Al despertar, el primer pensamiento es la semilla de tu creación para el resto del día.
Cuando abras los ojos, siéntate un momento y agradece el regalo de un nuevo día,
crea un pensamiento de paz y disfruta de unos momentos de silencio.

Crea el hábito de levantarte temprano, siéntate en silencio, lee un pensamiento de paz, piensa y reflexiona sobre él. Escribe algunas ideas sobre ese pensamiento, vuelve al silencio dejando que esas ideas se interioricen.
Después comparte tus ideas con una persona cercana. Esta práctica te ayudará   a aceptar y convivir pacíficamente con los conflictos y dificultades y a mantenerte alegre durante el día

La paz es sencillez. La sencillez es belleza. Proponte un día como el día de la sencillez. Habla poco, escucha con atención. Haz algo de forma incógnita por alguna persona cercana. Come algo sencillo y lo más natural posible.
Dedica espacios de tiempo a “no hacer nada”, tan solo pasear, observar y vivenciar el momento. Permite que la mente se abra a una sensibilidad más profunda y silenciosa. Intenta apreciar cada escena y a cada persona tal como es. Por la noche, escribe tus descubrimientos. Observa el estado de tu mente.

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