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lunes, 2 de diciembre de 2019

La convivencia interna

La convivencia interna


 
Para sentirse bien, hay que entender que nuestra característica fundamental es la paz. Siempre lo ha sido y siempre lo será.

Por desgracia, las exigencias, los compromisos, las obligaciones y las responsabilidades del día a día nos limitan y ocupan un lugar tan prominente en la conciencia que no nos sobra tiempo para dar crédito al potencial de ser pacífico.

El ser posee alas y quiere volar. En ocasiones consigue batirlas para alzar el vuelo, pero quizás no tenga suficiente seguridad para, al abandonar su rama, permanecer volando de verdad sin caerse.

¿Qué sucedería si un pájaro batiera sus alas, pero las garras no se soltaran de la rama en la que se encuentra? No volaría y sólo se cansaría. El cansancio y la frustración caracterizan el estado de la persona que no tiene fe en su propia capacidad de volar libremente y sobre todos los obstáculos. Se mantiene agarrada a las ramas del apego que generan una ilusión de seguridad.

Hay una frase popular para ayudar a alguien: «hacerle salir del nido». Pero, ¿quién puede hacer salir del nido el ser para dejarlo volar? Solamente el ser.

El primer paso consiste en aprender a valorar las características de tu personalidad que podrían conferirte una seguridad real, independiente de bastones y de ramas.

El segundo paso consiste en comprender que los defectos y las flaquezas forman parte de un estado de conciencia con el que ya no te identificas. No hace falta que seas débil.

Cuando alguien está construyendo una casa nueva, todo su amor y esperanza se dirigen al nuevo hogar. El viejo se olvida rápidamente. Todo el interés se dirige al futuro y el pasado ya no tiene fuerza para echarte hacia atrás.

Ser tu propio amigo

Para convivir bien contigo mismo, tiene que gustarte ser quien eres. Evidentemente, esta nueva amistad que brota internamente depende de la sinceridad de tus esfuerzos por dejar atrás lo inútil y lo perjudicial.

Para muchos, a menudo la vida consiste en una serie de actividades aleatorias, sin meta y sin destino. El futuro se sacrifica en aras del placer del presente. Y el presente no dura lo suficiente para poder llenarnos o satisfacernos.

Amigos, contactos, fiestas y frivolidades desfilan con gran pompa por la tela de las mentes de tales personas. Las palabras son confusas y las acciones, todavía más. La felicidad es escurridiza, siempre es una casi experiencia. Surgen pensamientos como:

            Casi fui feliz.
            Casi conseguí integrarme.
            Casi llegó mi hora.

Esto sucede cuando ignoramos que la base del bienestar es estar bien con uno mismo. No necesitamos estar atrapados en una búsqueda de sensaciones y experiencias que vengan del exterior.

Es frecuente pensar que el menos responsable de nuestra condición interna somos nosotros mismos. Pensaremos que es la sociedad, el gobierno, nuestra familia, pero no nosotros mismos.

Un gran paso en la vida, sin duda, es asumir la responsabilidad de nuestros propios pensamientos, palabras y acciones y sus consecuencias.

Asumir

Asumir la responsabilidad de tu estado espiritual considerando tus recursos y la confianza en tus posibilidades te ayudará a despreocuparte por tu futuro y a no darle tanta importancia.

Si ahora estás actuando bien, por fuerza el futuro tendrá que ser bueno.

Cuando te preocupas de ti, sientes una gran tolerancia hacia los demás. Consciente de tus propios fallos, puedes perdonar a cualquiera. Consciente de tus virtudes, deseas contribuir a la elevación de los demás.

lunes, 21 de octubre de 2019

Actitud

Actitud



La calidad de nuestra consciencia afecta directamente la actitud que mantenemos en nuestra mente. Cuando estoy en la consciencia de mi auto-respeto como ser espiritual, me libero de las trampas sutiles en mi mente que me sujetan con las cadenas del miedo y las dudas. Con este cambio en la actitud, soy capaz de percibir las personas y situaciones más claramente. Tener una actitud espiritual es estar en un espacio interior de benevolencia y generosidad incondicional.

En el mundo de hoy en día, muchas personas debido al miedo y la ansiedad se aferran a las cosas, su actitud esta sesgada y se basa en prejuicios. Y cuanto mas hacen esto, menos pueden ser benevolentes y generosas y menor es su capacidad de tener empatía.

La actitud es más sutil que el pensamiento consciente. Las actitudes limitadas se forman a partir de las influencias sutiles que absorbemos a lo largo del día, a través de lo que escuchamos, leemos, vemos, a través de opiniones y conversaciones.

Cuando somos conscientes del ahora, entonces rápidamente podemos captar las influencias sutiles que nos están afectando y utilizar el poder del pensamiento elevado y puro para transformar la energía en una actitud benevolente, antes de que se convierta en una actitud negativa.

El poder del pensamiento puede purificar la mente y liberarnos de las actitudes negativas. Tenemos que observar la trayectoria sutil de como los pensamientos pasan de la consciencia a la actitud, después a nuestra percepción de las situaciones y visión de los demás y finalmente a las acciones que elegimos. El pensamiento es la semilla de la causa y el efecto. El pensamiento es energía activa presente todo el tiempo.

Los pensamientos son como semillas. Determinan nuestra consciencia, actitud, visión, palabras y acciones. Se dice "según siembras así cosechas". Solemos interpretar este dicho en referencia a las acciones, pero antes de la acción necesitamos sembrar la semilla del pensamiento, de la que cosecharemos sus frutos a través de las acciones.
 

viernes, 23 de diciembre de 2016

Conferencia: Gratitud, abundancia y plenitud

Queridos/as amigos/as,

Os informamos de la próxima conferencia que dará Marta Matarín el miércoles 28 de diciembre de 2016 a las 19 h. con el título:  Gratitud, abundancia y plenitud (ESP).
Para poder seguir esta conferencia por internet tenéis que registraros en
la página https://app.webinarjam.net/register/2589/bba829decd

Os animamos también a que divulguéis esta conferencia entre vuestros contactos y amistades.

miércoles, 19 de agosto de 2015

HONESTIDAD

Honestidad

Honestidad es la conciencia clara “ante mí y ante los demás”. Honestidad es el reconocimiento de lo que está bien y es apropiado para nuestro propio papel, conducta y relaciones. Con honestidad, no hay hipocresía ni artificialidad que creen confusión y desconfianza en las mentes y en las vidas de los demás. La honestidad conduce a una vida de integridad, porque nuestro interior y exterior son reflejo el uno del otro.

Honestidad es hablar de lo que se piensa y hacer lo que se ha dicho. No hay contradicciones ni discrepancias entre los pensamientos, palabras o acciones. Esta integración proporciona claridad y ejemplo a los demás. Ser interiormente de una forma y exteriormente de otra, crea barreras y puede causar daño, porque nunca podremos estar cerca de los demás ni los demás querrán estar cerca nuestro. Algunos piensan: “Soy honesto, pero nadie me comprende”. Esto no es ser honesto. La honestidad es tan claramente perceptible como un diamante sin defectos que nunca puede permanecer escondido. Su valor es visible en cada acción que realizamos.

Se necesita examinar la honestidad interna para fortalecerse y desarrollar sabiduría y estabilidad. La firmeza interna positiva crea un oasis de recursos espirituales para asegurarse y proporciona la confianza para permanecer estable en la propia autoestima. Eso es asertividad. Si internamente hay apego hacia una persona, objeto o idea, este apego crea obstáculos a la realidad y a la objetividad y las acciones no se realizan en base al interés global. El estado interno no debería estar influenciado por la negatividad de la propia naturaleza, sentimientos o peculiaridades personales. Las motivaciones egocéntricas, los propósitos ocultos y los sentimientos y hábitos negativos son manchas en el espejo de la vida. La honestidad actúa como un quitamanchas.

Una persona honesta es aquella que aspira a observar los códigos de conducta más elevados, que es leal a los principios benevolentes y universales de la vida y cuyas decisiones se basan en discernir claramente entre lo que es correcto y lo que es erróneo. Tales personas se rigen por normas que dan guía y valor para comprender y respetar las conexiones sutiles del mundo en relación con su propia vida. Una persona honesta aprecia la interconexión del mundo natural y no malgasta, abusa ni desperdicia las riquezas de los recursos destinados al bienestar de la humanidad. Una persona honesta no da por supuesto el derecho a disponer de los propios recursos, como la mente, cuerpo, riqueza, tiempo, talento o conocimientos. Honestidad significa no hacer nunca un mal uso de lo que se nos confía. Siempre debe haber interés en usar los recursos de manera adecuada para las necesidades básicas humanas, éticas y espirituales. Los recursos bien utilizados crean bienestar y se multiplican. La persona que está seriamente comprometida con el desarrollo y con el progreso mantiene la honestidad como un principio constante en la construcción de un mundo de paz, de abundancia, un mundo con menos desperdicios y mayor esplendor.