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lunes, 6 de julio de 2020

Liberarse de los deseos

Liberarse de los deseos



Los deseos, como el dragón con múltiples cabezas, nutren la infelicidad.
Su meta es llenarnos pero en realidad nos mantienen vacíos, en la medida que nunca conseguimos satisfacerlos todos. Ésta es una paradoja que a veces no se comprende con facilidad, hasta que descubrimos que los deseos funcionan a través de los hábitos. El hábito basado en los deseos es como un enorme y viejo dragón que no nos permite darnos cuenta de lo que sucede en realidad, no admite reconocer que se trata de una debilidad, no percibe el ser verdadero.

El deseo de reconocimiento hace que nuestros esfuerzos sean deshonestos y la calidad de la tarea se poluciona. Inevitablemente se pierde la integridad de nuestro ser. “Yo quiero”, “yo necesito” o “tienes que darme” son dragones hambrientos con un estómago sin fondo. Con lo que sea con que los alimente su apetito sigue incrementando. Sentirnos verdaderamente contentos y satisfechos es algo que sólo conseguimos cuando disolvemos los deseos que siempre quieren algo de alguien. Estar contentos nos permite vivir conscientes del significado de cada escena, de cada encuentro con los demás, de cada respiro del tiempo.

A veces, el deseo de la mente es alejarse de la situación en la que nos encontramos, de las personas que nos causan obstáculos o dificultades.
La opción más elevada, basada en la espiritualidad, es no dejar que los retos o la negatividad nos tienten a alejarnos de situaciones o personas. Aprendamos a crecer a través de ellas. Cuando sembramos las semillas de los pensamientos determinados, crecemos al aceptar la necesidad de cambiar nuestro posicionamiento mental. Este cambio de posicionamiento cambia nuestro patrón de crecimiento. Crecemos en nuestra verdad original y en nuestra autenticidad. Entonces nuestro ejemplo fluye en los corazones y en las mentes de los demás. Nuestro propio ejemplo les genera esperanza e inspiración, y les hace brillar pensando “nosotros también nos podemos hacer así”.

lunes, 23 de diciembre de 2019

La paz interior

La paz interior



Hay algo que puedes hacer para ayudar a crear paz en el mundo: ser pacífico. El primer paso es zambullirte en el alma para descubrir qué es lo que te intranquiliza. Al enfocar tu mente hacia el interior, descubrirás, por debajo de las muchas emociones de la vida cotidiana, que sale a la superficie un remanso profundo e imperturbable de bienestar espiritual. Necesitas explorar esa parte del ser; no basta con que la comprendas, sino que debes experimentarla una y otra vez. Es una experiencia muy satisfactoria que refresca el alma y la llena de paz. Desde esta posición privilegiada resulta fácil reconocer los pensamientos u sentimientos autodestructivos. El poder de la realización personal transformará como por ensalmo esos hábitos mentales destructivos. Dejarás de culpar a los demás por tu intranquilidad, y progresarás en tu tarea de cultivar tu verdad.
La paz está compuesta de muchas cosas: amor, paciencia, sabiduría. No debes contentarte con un poquito de ella, sino llénate completamente. A medida que te esfuerces por llevar paz a tus relaciones con los demás, tu misma naturaleza se hará pacífica. Esto será beneficioso no sólo para ti mismo, sino también para todos los que te rodean. Y de este modo ayudas a transformar el mundo. No basta con que seas pacífico: debes irradiar paz y crear una atmósfera apacible mediante tus pensamientos y palabras en las relaciones con los demás.
El nuestro es un mundo sin paz. Sólo cuando realmente hagas tuya tu religión de paz, puedes confiar en traer paz al mundo. 

lunes, 18 de noviembre de 2019

Reflexión sobre la verdadera identidad

Reflexión
sobre la verdadera identidad



A continuación, te ofrecemos un ejercicio de reflexión en silencio enfocado en experimentar la verdadera identidad .

Siéntate cómodamente y sigue los pensamientos sugeridos. El objetivo es crear una atmósfera de paz...

Deja que los pensamientos fluyan sin hacer ningún esfuerzo para impedirlo. Sé un simple observador del proceso – como si estuvieras en un tren y los pensamientos fueran escenas bonitas o desagradables, del pasado o de hoy, que van pasando por la ventana. Tú no eres más que un pasajero.

Ahora, visualiza a este pasajero: ¿cómo es? Mira por las ventanas de la vida, las situaciones, los efectos de las acciones y reacciones. ¿Quién es este ser capaz de examinar sus propios pensamientos?

Mira al observador, no como una forma física, sino como luz. Centrado en el propio mecanismo de pensar, que es el cerebro, en el centro de la cabeza, el ser (tú) está brillando.

Empieza a concentrar tu energía en ti mismo. Deja los pensamientos de ayer, de hoy y de mañana, que están fuera de la ventana, y presta atención internamente a este ser de luz que está brillando en el centro de la cabeza.

Piensa:

Yo soy este ser luminoso... este radiante punto de energía... estoy ocupando mi cuerpo físico que es como mi vehículo... pero soy el conductor... soy diferente de mi coche... Es un vehículo muy valioso... llegará el día en que el vehículo ya no funcionará... Tendré que marcharme, yo, el ser pensante, un pequeño punto de energía sutil, metafísica... y ahora soy consciente de ello, simplemente estoy irradiando luz desde el centro de la cabeza... He dejado todas las preocupaciones de la vida... En estos momentos sólo estoy concentrado en mi mundo interior... No tengo ninguna identidad física: ni hombre, ni mujer; ni joven, ni viejo; ninguna nacionalidad... se han eliminado todas estas máscaras... Yo soy sólo yo, sin las etiquetas físicas, sin los adjetivos que hablan del cuerpo físico, color, nación, religión... soy sólo un pequeño punto de luz... Soy consciente de mi cualidad verdadera e intrínseca de paz... No tengo nada que ver con la confusión, la agresividad... Ellas no forman parte de mi estructura... Soy pacífico, tranquilo, lleno de amor, sabio, puro, poderoso... He dejado las corrientes, las restricciones, las etiquetas.

Lo que acabas de hacer es indagar un poco en la experiencia del verdadero ser, alguien que puede observar, dirigir y experimentar los pensamientos. Te sugerimos que ahondes en esta experiencia y anotes las experiencias en un diario. Imagina cuán beneficioso sería empezar el día con este estado de conciencia, y detenerte de vez en cuando durante el día para volver a este estado de conciencia del auténtico ser.


 

lunes, 21 de octubre de 2019

Actitud

Actitud



La calidad de nuestra consciencia afecta directamente la actitud que mantenemos en nuestra mente. Cuando estoy en la consciencia de mi auto-respeto como ser espiritual, me libero de las trampas sutiles en mi mente que me sujetan con las cadenas del miedo y las dudas. Con este cambio en la actitud, soy capaz de percibir las personas y situaciones más claramente. Tener una actitud espiritual es estar en un espacio interior de benevolencia y generosidad incondicional.

En el mundo de hoy en día, muchas personas debido al miedo y la ansiedad se aferran a las cosas, su actitud esta sesgada y se basa en prejuicios. Y cuanto mas hacen esto, menos pueden ser benevolentes y generosas y menor es su capacidad de tener empatía.

La actitud es más sutil que el pensamiento consciente. Las actitudes limitadas se forman a partir de las influencias sutiles que absorbemos a lo largo del día, a través de lo que escuchamos, leemos, vemos, a través de opiniones y conversaciones.

Cuando somos conscientes del ahora, entonces rápidamente podemos captar las influencias sutiles que nos están afectando y utilizar el poder del pensamiento elevado y puro para transformar la energía en una actitud benevolente, antes de que se convierta en una actitud negativa.

El poder del pensamiento puede purificar la mente y liberarnos de las actitudes negativas. Tenemos que observar la trayectoria sutil de como los pensamientos pasan de la consciencia a la actitud, después a nuestra percepción de las situaciones y visión de los demás y finalmente a las acciones que elegimos. El pensamiento es la semilla de la causa y el efecto. El pensamiento es energía activa presente todo el tiempo.

Los pensamientos son como semillas. Determinan nuestra consciencia, actitud, visión, palabras y acciones. Se dice "según siembras así cosechas". Solemos interpretar este dicho en referencia a las acciones, pero antes de la acción necesitamos sembrar la semilla del pensamiento, de la que cosecharemos sus frutos a través de las acciones.
 

martes, 19 de febrero de 2019

Complementarse

Complementarse


La armonía, el bienestar, y la satisfacción del propósito individual son posibles cuando nuestra conciencia es inclusiva en vez de excluyente. Tal conciencia es universal, en el sentido de que podemos reconocer y apreciar el propósito y la necesidad de todas las cosas en la vida, y de esta manera darles el espacio para expresar el derecho innato de “ser”. Cuando las personas, bien sea a un nivel individual o colectivo, se hacen excluyentes, es decir, cuando la base de su identidad se fundamenta en prerrogativas y privilegios, entonces la armonía, la paz y también el amor se pierden, tanto en la persona como en la sociedad. Las personas, las sociedades, nacionalidades, religiones, políticas, se vuelven excluyentes. Cuando se apegan a una especialidad en particular, un talento o una posición,  a pesar de que es sano el valorar quién eres, tal apego hace que se convierta en algo insano y violento, haciendo que otros se sientan inferiores debido a que no poseen lo que nosotros tenemos.

En la mayoría de ocasiones, la razón del conflicto a cualquier nivel  es la idea de estar en lo cierto, y querer dominar y reprimir a otros porque pensamos que somos mejores de una forma o de otra.

 Desafortunadamente, en la sociedad moderna, ya sea en oriente u occidente, la idea de rebajar a los demás para demostrar el valor de la persona o la idea, ha creado precedentes sobre el principio innato de la vida que es el complementarse.

Cuando tenemos tendencia a complementarnos en lugar de competir o menospreciar a los demás, hay paz y en especial respeto. Y por encima de todo auto-respeto. Auto-respeto es reconocerme a mí mismo tal y como soy y cumplir con mi propósito sin dañar ni compararme con los demás. En este hermoso tapiz de la vida todos tenemos un lugar, simplemente debo saberlo, entenderlo, expresarlo, disfrutarlo. Tengo este derecho, pero nunca debo abusar, porque cuando empiezo a pensar que mi “rol” o mi posición o mi expresión, es más aventajada o mejor que la de los demás, entonces habrá conflicto. En ocasiones, cuando hay una sensación de incapacidad, ya sea personal o colectiva, hay una necesidad de ser reconocido y esto crea apego a los privilegios o las prerrogativas, y cuando el sentido de identidad se basa en esto, crea exclusividad.

La naturaleza funciona bajo el principio de la complementariedad, como por ejemplo podemos comprobar con las estaciones, el día y la noche, el continuo proceso cíclico de nacimiento, crecimiento, madurez y envejecimiento, muerte, renacimiento, crecimiento, madurez, muerte, etc.

El principio de ser complementario significa que cada uno tiene un mismo valor, y cuando reconocemos la igualdad del valor de todas las cosas, entonces dejamos de competir, compararnos, sentirnos inferiores o superiores, intentando ser lo que no somos. En una sociedad, ¿son todos doctores, albañiles o panaderos? Todos tienen diferentes talentos, diferentes posiciones ya que se tienen que realizar diferentes tareas si se quiere que la sociedad funcione bien. Si examinamos la vida, nos damos cuenta de que el reconocimiento de este principio de ser complementario es la base para crear una coexistencia pacífica y feliz, ya que la visión y la actitud de igualdad respetan  las diferencias.

martes, 13 de junio de 2017

Centrarse y fluir

Centrarse y fluir



Si observamos el sol desde la tierra, nos damos cuenta de la ley básica y fundamental, de la cual nosotros los seres humanos podemos aprender, y que es la que más nos ayuda en la vida a movernos correctamente. El sol con su luz da vida a la tierra. El sol está en una posición fija, y así tiene que ser, de otro modo la tierra y los demás planetas de nuestro sistema solar no seguirían en su continua y armoniosa órbita. Habría caos, trastorno y grandes pérdidas. Por otro lado la tierra se está moviendo constantemente en ciclos repetitivos, alrededor del sol. El movimiento permite el cambio y una expresión que tiene un principio, medio y final. En otras palabras, el fenómeno del tiempo se crea a través del equilibrio de la tierra y los armoniosos ritmos cíclicos. Ambos son necesarios para la vida.

La tierra tiene todo el potencial para la vida, pero sin la luz de la fuente fija no habría vida. De la misma forma, el sol tiene el poder de dar vida, pero si la tierra moviéndose no sostuviera el potencial, incluso habiendo luz no habría manifestación de la vida.

En ciertas situaciones y momentos necesitamos tener enfoque, concentración de pensamientos, voluntad y entendimiento. Los tres necesitan estar juntos, centrados en un punto, si queremos llegar a la profundidad y experimentar novedad. Sin embargo, si nos enfocamos demasiado, entonces gradualmente surge rigidez y presión. Esto lleva a un desequilibrio que nos hace perder creatividad y apertura para una nueva visión.
Lo que podemos observar es que “estar centrado” necesita en ciertos momentos el fluir en nuestra vida de forma natural, apropiada y sistemática.

Estando enfocados encontramos la visión, la inspiración, el entendimiento, y al fluir encontramos la expresión, la experimentación, la experiencia. Así como un enfoque excesivo se convierte en algo negativo, el fluir en exceso puede llevarnos a que nos perdamos en una inundación de exceso de pensamientos y de hablar y hacer demasiado, y no hay dirección que guíe la expresión, entonces las cosas se hacen frágiles. En tales momentos necesitamos darnos cuenta de que es el momento de enfocarnos, de ir hacia nuestro interior y permanecer silenciosos.

De acuerdo a la necesidad, los seres humanos necesitan moverse entre el enfocarse y fluir, y sólo el propio discernimiento de la persona le dirá cuando y cómo hacer esto. Todo tiene su momento.