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domingo, 22 de marzo de 2020

Integridad I

Integridad I



Integridad es la consistencia interna que viene de una honestidad rigurosa y de fuertes principios éticos. Supone reconocernos como un ser indiviso y completo. La integridad surge de la comprensión de que tenemos la capacidad de resistir debilidades tales como entrar bajo la influencia de los demás, dudar de nosotros mismos o caer ante el influjo de tentaciones o amenazas. Sabemos y experimentamos que nuestro espíritu no se puede romper. Nuestra base es el coraje y el auto-respeto. Vivimos nuestra vida siguiendo principios éticos claros y diáfanos, sobre los que hemos reflexionado en profundidad y que expresamos a través de nuestras palabras y comportamiento. Somos lo mismo interna que externamente. Esto nos hace honestos y dignos de confianza.

La integridad trae contentamiento. Contentamiento significa vivir una vida en la que nos sentimos satisfechos, plenos y felices con aquello que hemos conseguido y disponemos. Nos sentimos en armonía con nuestra vida y logros. No somos avariciosos ni nos preocupamos por acumular sino que somos generosos.

Se dice: “Vive cada día como si fuera el último.” Se puede extender el significado de esta máxima a cada momento del día a través de la práctica de la honestidad y de un mayor reconocimiento de la importancia del tiempo.

Desde la integridad cambiamos nuestra visión del mundo y nuestra visión del ser en el momento en que nos damos cuenta de que somos, en esencia, un alma hermosa y llena de amor, y que todo depende de nuestra manera de pensar. De esta manera transformamos la visión de todo lo que nos rodea y la interpretación de los eventos y circunstancias. También cambian nuestros sentimientos en relación a eventos del pasado.

lunes, 3 de febrero de 2020

SILENCIO

SILENCIO



Cuando el silencio es profundo y rebosante de plenitud, cuando no anhelamos ya el sonido, cuando la concentración en el Uno es completa, entonces como una flecha el pensamiento encuentra su blanco y se derrite en él. Ahí el alma humana no sólo tiene una breve visión de Dios sino que la pureza de ese Ser la absorbe, de manera total, completa y absoluta. Una vez que el alma está repleta de la luz pura que se ha convertido ahora en su ser, irradia hacia otros dicha energía en la forma de paz y amor, como un faro viviente.

El silencio es el puente de comunicación entre el Divino y lo divino del ser humano; en el silencio encontramos lo que es más preciado. El silencio espiritual es el que prepara el corazón y la mente para comunicarnos con el Uno. No se trata de una comunicación basada en palabras repetitivas ni en teorías intelectuales, como así tampoco pedir la satisfacción de deseos limitados. La comunicación sagrada es la armonía del ser original con el Uno Eterno.

(Libro EL PUNTO ALFA, de Anthony Strano)

lunes, 30 de diciembre de 2019

El poder de la fe

El poder de la fe



Un calidoscopio crea dibujos preciosos a partir de unas piezas desordenadas que están dispersas; cuando el calidoscopio gira, el desorden se vuelve orden, el caos se vuelve belleza y simetría. La obra de teatro de la vida está girando constantemente y nosotros formamos parte de su movimiento cíclico; a veces ese movimiento cíclico de la vida es compasivo, comprensible y agradable, mientras que otras veces es tenso, temible, estresante e incomprensible. Experimentamos confusión y miedo porque no entendemos qué está pasando, por qué está pasando y cómo se puede mejorar. Las cosas no sólo nos parecen caóticas sino también sin remedio. Si somos capaces de ir más allá de las preguntas “¿por qué?”, “¿qué?” y “¿cómo?” y podemos limitarnos a estar tranquilos, sin juicios ni presiones durante un cierto tiempo, entonces las cosas se resuelven. Para ello se requiere fe.

El poder de la fe significa que sabemos que de algún modo y de algún lugar llegarán las soluciones y las respuestas correctas a su debido tiempo.

Estamos tan acostumbrados a controlar a las personas y situaciones para obtener un resultado particular que hemos olvidado cómo usar el poder de la fe.

La fe dice: “Planta las semillas adecuadas, haz el esfuerzo adecuado, pero deja también que las cosas sean”. La fe no significa permanecer pasivo sino más bien actuar y pensar sobre algo y, después, tener la paciencia y confianza de que la obra de teatro de la vida también está velando por ello; las consecuencias de cualquier acción no dependen sólo de mí.

Con la práctica de la meditación, nuestro intelecto funciona como un
 calidoscopio y cuando la obra de teatro de la vida gira, podemos percibir las formas ocultas y preciosas que, con tiempo, se vuelven visibles y benévolas.

El éxito, o la victoria, dependen tanto de hacer las cosas con buena intención como de permitir que las cosas sigan su propio curso. La sabiduría es el conocimiento de este equilibrio.

lunes, 23 de diciembre de 2019

La paz interior

La paz interior



Hay algo que puedes hacer para ayudar a crear paz en el mundo: ser pacífico. El primer paso es zambullirte en el alma para descubrir qué es lo que te intranquiliza. Al enfocar tu mente hacia el interior, descubrirás, por debajo de las muchas emociones de la vida cotidiana, que sale a la superficie un remanso profundo e imperturbable de bienestar espiritual. Necesitas explorar esa parte del ser; no basta con que la comprendas, sino que debes experimentarla una y otra vez. Es una experiencia muy satisfactoria que refresca el alma y la llena de paz. Desde esta posición privilegiada resulta fácil reconocer los pensamientos u sentimientos autodestructivos. El poder de la realización personal transformará como por ensalmo esos hábitos mentales destructivos. Dejarás de culpar a los demás por tu intranquilidad, y progresarás en tu tarea de cultivar tu verdad.
La paz está compuesta de muchas cosas: amor, paciencia, sabiduría. No debes contentarte con un poquito de ella, sino llénate completamente. A medida que te esfuerces por llevar paz a tus relaciones con los demás, tu misma naturaleza se hará pacífica. Esto será beneficioso no sólo para ti mismo, sino también para todos los que te rodean. Y de este modo ayudas a transformar el mundo. No basta con que seas pacífico: debes irradiar paz y crear una atmósfera apacible mediante tus pensamientos y palabras en las relaciones con los demás.
El nuestro es un mundo sin paz. Sólo cuando realmente hagas tuya tu religión de paz, puedes confiar en traer paz al mundo. 

lunes, 2 de diciembre de 2019

La convivencia interna

La convivencia interna


 
Para sentirse bien, hay que entender que nuestra característica fundamental es la paz. Siempre lo ha sido y siempre lo será.

Por desgracia, las exigencias, los compromisos, las obligaciones y las responsabilidades del día a día nos limitan y ocupan un lugar tan prominente en la conciencia que no nos sobra tiempo para dar crédito al potencial de ser pacífico.

El ser posee alas y quiere volar. En ocasiones consigue batirlas para alzar el vuelo, pero quizás no tenga suficiente seguridad para, al abandonar su rama, permanecer volando de verdad sin caerse.

¿Qué sucedería si un pájaro batiera sus alas, pero las garras no se soltaran de la rama en la que se encuentra? No volaría y sólo se cansaría. El cansancio y la frustración caracterizan el estado de la persona que no tiene fe en su propia capacidad de volar libremente y sobre todos los obstáculos. Se mantiene agarrada a las ramas del apego que generan una ilusión de seguridad.

Hay una frase popular para ayudar a alguien: «hacerle salir del nido». Pero, ¿quién puede hacer salir del nido el ser para dejarlo volar? Solamente el ser.

El primer paso consiste en aprender a valorar las características de tu personalidad que podrían conferirte una seguridad real, independiente de bastones y de ramas.

El segundo paso consiste en comprender que los defectos y las flaquezas forman parte de un estado de conciencia con el que ya no te identificas. No hace falta que seas débil.

Cuando alguien está construyendo una casa nueva, todo su amor y esperanza se dirigen al nuevo hogar. El viejo se olvida rápidamente. Todo el interés se dirige al futuro y el pasado ya no tiene fuerza para echarte hacia atrás.

Ser tu propio amigo

Para convivir bien contigo mismo, tiene que gustarte ser quien eres. Evidentemente, esta nueva amistad que brota internamente depende de la sinceridad de tus esfuerzos por dejar atrás lo inútil y lo perjudicial.

Para muchos, a menudo la vida consiste en una serie de actividades aleatorias, sin meta y sin destino. El futuro se sacrifica en aras del placer del presente. Y el presente no dura lo suficiente para poder llenarnos o satisfacernos.

Amigos, contactos, fiestas y frivolidades desfilan con gran pompa por la tela de las mentes de tales personas. Las palabras son confusas y las acciones, todavía más. La felicidad es escurridiza, siempre es una casi experiencia. Surgen pensamientos como:

            Casi fui feliz.
            Casi conseguí integrarme.
            Casi llegó mi hora.

Esto sucede cuando ignoramos que la base del bienestar es estar bien con uno mismo. No necesitamos estar atrapados en una búsqueda de sensaciones y experiencias que vengan del exterior.

Es frecuente pensar que el menos responsable de nuestra condición interna somos nosotros mismos. Pensaremos que es la sociedad, el gobierno, nuestra familia, pero no nosotros mismos.

Un gran paso en la vida, sin duda, es asumir la responsabilidad de nuestros propios pensamientos, palabras y acciones y sus consecuencias.

Asumir

Asumir la responsabilidad de tu estado espiritual considerando tus recursos y la confianza en tus posibilidades te ayudará a despreocuparte por tu futuro y a no darle tanta importancia.

Si ahora estás actuando bien, por fuerza el futuro tendrá que ser bueno.

Cuando te preocupas de ti, sientes una gran tolerancia hacia los demás. Consciente de tus propios fallos, puedes perdonar a cualquiera. Consciente de tus virtudes, deseas contribuir a la elevación de los demás.

lunes, 18 de noviembre de 2019

Reflexión sobre la verdadera identidad

Reflexión
sobre la verdadera identidad



A continuación, te ofrecemos un ejercicio de reflexión en silencio enfocado en experimentar la verdadera identidad .

Siéntate cómodamente y sigue los pensamientos sugeridos. El objetivo es crear una atmósfera de paz...

Deja que los pensamientos fluyan sin hacer ningún esfuerzo para impedirlo. Sé un simple observador del proceso – como si estuvieras en un tren y los pensamientos fueran escenas bonitas o desagradables, del pasado o de hoy, que van pasando por la ventana. Tú no eres más que un pasajero.

Ahora, visualiza a este pasajero: ¿cómo es? Mira por las ventanas de la vida, las situaciones, los efectos de las acciones y reacciones. ¿Quién es este ser capaz de examinar sus propios pensamientos?

Mira al observador, no como una forma física, sino como luz. Centrado en el propio mecanismo de pensar, que es el cerebro, en el centro de la cabeza, el ser (tú) está brillando.

Empieza a concentrar tu energía en ti mismo. Deja los pensamientos de ayer, de hoy y de mañana, que están fuera de la ventana, y presta atención internamente a este ser de luz que está brillando en el centro de la cabeza.

Piensa:

Yo soy este ser luminoso... este radiante punto de energía... estoy ocupando mi cuerpo físico que es como mi vehículo... pero soy el conductor... soy diferente de mi coche... Es un vehículo muy valioso... llegará el día en que el vehículo ya no funcionará... Tendré que marcharme, yo, el ser pensante, un pequeño punto de energía sutil, metafísica... y ahora soy consciente de ello, simplemente estoy irradiando luz desde el centro de la cabeza... He dejado todas las preocupaciones de la vida... En estos momentos sólo estoy concentrado en mi mundo interior... No tengo ninguna identidad física: ni hombre, ni mujer; ni joven, ni viejo; ninguna nacionalidad... se han eliminado todas estas máscaras... Yo soy sólo yo, sin las etiquetas físicas, sin los adjetivos que hablan del cuerpo físico, color, nación, religión... soy sólo un pequeño punto de luz... Soy consciente de mi cualidad verdadera e intrínseca de paz... No tengo nada que ver con la confusión, la agresividad... Ellas no forman parte de mi estructura... Soy pacífico, tranquilo, lleno de amor, sabio, puro, poderoso... He dejado las corrientes, las restricciones, las etiquetas.

Lo que acabas de hacer es indagar un poco en la experiencia del verdadero ser, alguien que puede observar, dirigir y experimentar los pensamientos. Te sugerimos que ahondes en esta experiencia y anotes las experiencias en un diario. Imagina cuán beneficioso sería empezar el día con este estado de conciencia, y detenerte de vez en cuando durante el día para volver a este estado de conciencia del auténtico ser.


 

lunes, 30 de septiembre de 2019

Mejorar las relaciones personales

Mejorar las relaciones personales 



 Desde una perspectiva de progreso y desarrollo espiritual, el enfoque en la relaciones es aceptar a los demás tal y como son y tratar de armonizar con las diferentes personalidades. Es un hecho que las personas, con sus diferentes personalidades, idiosincrasias y caracteres, se convierten en ocasiones en un reto en relación a nuestra propia personalidad e idiosincrasia.

Se vuelve preciso aprender a mantener nuestro auto-respeto y reafirmarnos en nuestros valores y principios y cualidades espirituales, particularmente cuando confrontamos difamación u obstáculos. Es propio de una visión de corto alcance desear las condiciones ideales, porque éstas, aparte de no cumplirse, limitarían nuestro desarrollo y crecimiento. El desarrollo y el cultivo de los valores y la práctica espiritual se producen mejor en las condiciones de adversidad. Algunas estrategias efectivas basadas en la aplicación de los valores espirituales son:

1. Considerar los errores de los demás como los propios.
El ego falso nos hace criticar los errores de los demás y adoptar la actitud de superioridad. Considerar los errores de los demás como propios nos permite una ventaja psicológica sobre nuestras reacciones críticas usuales. Es una práctica común el esconder nuestros errores y dirigir la atención a los errores de los demás para evitar la incomodidad de admitir nuestros propios defectos y nuestra inhabilidad de afrontar la crítica y las correcciones que otros nos puedan hacer. Esta nueva estrategia hace posible que las fuertes reacciones del ego que se manifiestan en críticas hacia los demás se redirijan hacia nosotros mismos y nos permitan alcanzar niveles de comprensión mayores acerca de nuestros propios defectos. Esto a la vez nos hace más sensibles a los sentimientos y la reputación de los demás y nuestro comportamiento se vuelve más humilde.

2. Aquellos que nos insultan son nuestros amigos verdaderos.
Esto es lo opuesto a lo que pensaríamos instintivamente. Esta estrategia revierte nuestra reacción instintiva del ego hacia la crítica y nuestro deseo de escuchar únicamente cumplidos y halagos. Esta técnica corto-circuita nuestra reacción defensiva del ego. Si lo que nos dicen es falso, es necesario mantener nuestra propia dignidad y auto-respeto. Si es verdadero, nos beneficiamos mucho al aceptar comentarios directos y honestos, en lugar de rechazarlos con arrogancia como insultos. Un amigo verdadero es alguien que nos beneficia. Si una verdad magulla o daña nuestro ego falso, esto es útil, porque nuestra meta es liberarnos del falso orgullo y permanecer estables en un estado de verdadero auto-respeto.

3. Permanecer desapegado frente al éxito o al fracaso, la alabanza o la crítica, las situaciones buenas o malas.
Ésta es una estrategia que entraña dificultad porque la conciencia está muy ligada a sus percepciones sensoriales. Con la ayuda de la meditación nos podemos hacer lo suficientemente silenciosos y desapegados como para liberarnos de las ilusiones de la información sensorial. Si nos apoyamos en la alabanza, nos veremos forzados a aceptar la difamación hasta el mismo punto. Para neutralizar esto, debemos practicar el desapego en relación a los éxitos y la alabanza, entonces podremos mantener desapego igualmente cuando afrontemos el fracaso o el rechazo. Este nivel interior de equilibrio, estabilidad y ecuanimidad se describe como el estado final de una práctica espiritual firme y consistente.

lunes, 23 de septiembre de 2019

La dignidad

La dignidad


Puede ser que no consigas cambiar las cosas, pero siempre puedes mantener una actitud digna ante ellas. La dignidad significa sentarte en el trono del respeto hacia ti mismo y así mantener muchas otras cualidades.

La dignidad es un rey digno que administra su integridad, realeza y buenas maneras. Es una postura que genera respeto en los demás y también les anima a ser dignos. Cuando las cosas empiezan a salirse de vereda, es la dignidad la que las vuelve a poner en su lugar. El respeto por la propia vida: no solo por la tuya, sino también por la de los demás y por la naturaleza.

La dignidad abarca también la realeza y la gentileza. Es el poder de ver lo que está sucediendo pero no interferir en ello, de escuchar y absorber solamente lo necesario. Una persona digna siempre piensa que, por más defectos que tengan los demás, siempre actúan de buena fe.
Aunque los hechos vayan en contra de la buena fe, es la posición digna la que mantiene una visión positiva, que sortea las dificultades.

Extracto del libro:
Ejercicios de paz para enfrentar las crisis
LA PAZ COMIENZA CONTIGO
Ken O’Donnell

lunes, 16 de septiembre de 2019

Mi verdadera identidad

Mi verdadera identidad


 
Nosotros no podemos acumular lo externo, ni confiar en ello, para crear una sensación de valor personal.

La gente a menudo intenta llenar el vacío de la insuficiencia personal con la codicia, pero este “método” va contra las leyes naturales del universo. Todo lo que soy, todo lo que puedo ser, todo lo que me hará realmente feliz debe comenzar en mi interior. 
Tenemos que empezar de dentro hacia fuera, no al revés, de lo contrario creamos deseos sin fin, como el monstruo de las siete cabezas que guardaba el Vellocino de Oro: cada vez que Jasón, el héroe, cortaba una cabeza, otra crecía en su lugar. El monstruo no murió hasta que le dio en el corazón. 

Los deseos se crean porque queremos una cosa u otra y creemos que encontraremos el éxito cuando esos deseos se cumplan. Este patrón de conducta nos sigue decepcionando y la prueba de ello se ve en el estado de descontento y vació que las personas encuentran dentro de sí mismas.

Yo soy un ser pacífico y espiritual; esa es mi verdadera identidad. 

lunes, 9 de septiembre de 2019

Crear un ambiente espiritual

Crear un ambiente espiritual




Mediante el fortalecimiento espiritual y el trabajo interno, alcanzamos la comprensión de que tenemos la facultad de influir en el entorno.

Si tu intelecto es débil, estás a merced del ambiente, cualquiera que éste sea. De tu subconsciente pueden surgir entonces ciertas emociones y pensamientos que no sean necesariamente de tu elección. De ese modo puedes caer bajo la influencia no sólo de la negatividad del ambiente, sino también de tu propia debilidad interna. De lo contrario, si fortaleces el intelecto y lo llenas con los poderes espirituales de discernir, de decidir y de la introversión, te darás cuenta de que puedes ejercer una influencia positiva y beneficiosa allí donde estás, además de protegerte de las influencias externas.

He aquí lo que debes hacer para apartarte de un ambiente negativo y crear otro positivo y de poder espiritual:
- Prestar profunda atención a tu verdadera naturaleza. Buscar momentos a lo largo del día en los que hacer una parada en la actividad y reconectar con la esencia del ser, la estrella de luz espiritual en el interior, la estrella de paz y poder que eres.
- Usar el intelecto para aclarar la mente e indagar en ti mismo.
- Profundizar en tu ser y escoger las emociones más puras y elevadas de amor, poder espiritual, alegría o cualquier otra que sea necesaria en esa situación en particular, y conservarla en la mente.

En vez de esperar que las situaciones te brinden siempre un beneficio personal, puedes cambiar tu actitud y mostrarte dispuesto a brindar un beneficio en todas las situaciones. Esta actitud crea un poderoso ambiente espiritual. Cuando hay expectativas siempre existe la posibilidad de la decepción. La actitud de brindar un beneficio significa terminar con la frustración.

La naturaleza innata del alma es la paz. A través de la meditación desarrollas la capacidad de mantener la experiencia de paz durante mucho tiempo, incluso cuando hablas o ejecutas una acción. Esto tiene un efecto natural en el ambiente inmediato, estés donde estés, ya sea una habitación, un ascensor, un autobús o la calle. Finalmente puedes influir de manera positiva en todo tu entorno.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Conquistar la pereza y el descuido

Conquistar la pereza y el descuido  





La pereza y el descuido son importantes obstáculos internos que nos impiden alcanzar nuestras metas y objetivos personales.

Posponer las cosas, pensar “ya lo haré después” suelen ser indicativos de la influencia de la pereza. La persona que está bajo la influencia de la pereza sólo pensará en su descanso y confort, tratando de evitar el compromiso y el esfuerzo. El lenguaje de alguien influenciado por la pereza estará lleno de excusas y justificaciones. La pereza hace que uno siga funcionando de acuerdo a su vieja personalidad.

Bajo la influencia del descuido se genera mucho desperdicio. Tal persona será desorganizada, desperdiciando su tiempo y haciendo que otros desperdicien su tiempo y energía. Hablar más de la cuenta, innecesariamente, también es un signo de descuido. Malgastará los recursos de que dispone.
Para conquistar la pereza y el descuido es necesario inculcar en nuestras vidas un principio espiritual fundamental: en la vida, nunca me sentiré verdadera y profundamente contento y satisfecho si no utilizo todos mis recursos de una forma digna y valiosa.

Los principales recursos de los que disponemos son el tiempo, los pensamientos, la energía, la riqueza y las relaciones. Cuando administramos estos recursos con sabiduría y los utilizamos para metas y objetivos elevados y constructivos, para nuestro progreso espiritual y para el de los demás, de forma natural nuestro nivel de satisfacción interna aumenta.

El esfuerzo espiritual rápido y auténtico se caracteriza por no retrasar ninguna tarea auspiciosa ni repetir los errores. El alma será activa, precisa y alerta. El fruto de ello es que experimentaremos un entusiasmo constante y estable.

lunes, 26 de agosto de 2019

Espiritualidad en la vida diaria

Espiritualidad en la vida diaria



En esencia, la espiritualidad es saber cómo vivir. Ese conocimiento nos da la felicidad. La verdadera espiritualidad no consiste en un sistema de culto o un ritual, sino en una actitud positiva hacia nosotros mismos y hacia los demás, lo que convierte la vida en dicha, no en esfuerzo.

Para que la vida sea feliz basta con unas relaciones personales satisfactorias y un objetivo. La felicidad o la ausencia de ella, no obedece a causas externas sino que proviene del interior.

Así, el bienestar material no brinda felicidad, ni tampoco desdicha. La gran afección de la conciencia humana es considerar sólo lo externo como un medio para lograr la felicidad, esperando simplemente lo mejor, en lugar de examinar los valores y actitudes personales.

La felicidad no puede hallarse esperando simplemente lo mejor. No hay atajos. Ninguna otra persona, ninguna cosa externa puede darnos un estado permanente de bienestar. Es nuestra propia responsabilidad lograrlo. Las cosas externas pueden contribuir, servir de guía e inspiración, pero en última instancia la vida es lo que hacemos de ella.

La exploración profunda de nuestro ser nos proporciona entendimiento. Con éste, podemos empezar a crear la vida que deseamos vivir. Sin este entendimiento no podemos liberarnos de las crisis. En la actualidad parecería que a cada paso hay crisis, contratiempos y situaciones insolubles. Se diría que esto se ha convertido casi en lo común para la vida humana.

Cuando desarrollamos y fortalecemos nuestra espiritualidad, la vida es más que la simple supervivencia y la superación de obstáculos. Es una gozosa experiencia llena de amor y significado.