jueves, 31 de octubre de 2013

SABIDURIA ESPIRITUAL PARA DISFRUTAR DEL JUEGO DE LA VIDA

SABIDURIA ESPIRITUAL PARA DISFRUTAR DEL JUEGO DE LA VIDA



El pasado 16 de octubre, en la sala Claret,  Guillermo Simó compartió con los más de 80 asistentes ideas muy útiles para nuestro día a día.

Aunque el título se autoexplica, hay que entenderlo bien. Para iniciar la conferencia nos recordó lo que la neurociencia ha descubierto: los dos hemisferios del cerebro, el derecho y el izquierdo, funcionan de forma equilibrada cuando nuestra actitud es como la de un juego, cuando disfrutas con lo que estás haciendo. Con esta conciencia tenemos acceso a muchos más recursos. Al jugar tiene que existir una  implicación desapegada. Este punto es clave.

Tenemos que jugar pero desapegarnos. Tenemos que entender bien la palabra desapego. No quiere decir ni indiferencia ni desinterés. Desapego quiere decir: juega el juego entendiendo que es un juego. Un buen jugador tiene que saber ganar y perder. La victoria y la derrota están en el juego. No lo tenemos que tomar a nivel personal. Ser jugador del juego de la vida es posicionarnos internamente como que es un juego. Yo soy el jugador y tengo que disfrutarlo, debo  tener la conciencia correcta. Un buen jugador tiene que saber discernir cual es la jugada. Interpretar lo que tenemos delante y tomar la decisión correcta.

A veces, en nuestras vidas, hemos tomado decisiones que en vez de progreso nos han ocasionado retroceso. El juego de la vida es un juego educativo. La vida te hace preguntas en las distintas situaciones. Ejemplo: qué necesitas usar de ti mismo para esa escena, qué habilidad,  cualidad, virtud necesitas en ese momento para esa escena concreta. Todo lo que nos sucede tiene un componente de lección para nuestro progreso pero tenemos que saberlo leer. Si no lo interpretamos bien nos sentiremos mal frente a las situaciones.

l buen jugador se dice a sí mismo: qué tengo que fortalecer o desarrollar de mí mismo. Si no leo bien la situación tomaré la decisión errónea y eso nos llevará a estancarnos o a retroceder y perderemos nuestra paz. Cuando hablamos de éxito,  hablamos de éxito limitado: riqueza, fama, popularidad (algo visible y tangible) pero, espiritualmente, el éxito no sólo es conseguir los resultados sino que debo ser capaz de pasar por las situaciones de la vida sin perder  la felicidad.

Por ejemplo, a nivel espiritual, es importante evitar discutir. Cuando discutes surgen las emociones y tras las emociones están los apegos. Las discusiones acaban en disgusto.

La vida, como un juego, tiene unas reglas espirituales que,  si las tenemos en cuenta, podremos disfrutar del juego. Ejemplo: la ley de acción y reacción. Todo lo que expreso  tiene un impacto, un efecto, que  vuelve con la misma energía que he expresado. Este principio, al observarlo con atención, nos damos cuenta que implica libertad y responsabilidad. Libertad porque elijo y  me responsabilizo de las consecuencias. Mucha gente no quiere ver las consecuencias de lo que uno está generando. Las consecuencias no son inmediatas pero las vamos recibiendo.

A veces, vienen cosas que no entendemos pero vienen por alguna razón. Algo hemos generado en algún momento. Y lo que viene  hay que afrontarlo y aceptarlo. Respeto, otra ley muy importante. Hay que cultivar el respeto, hay que dar consideración a todos. Lo que quieras recibir primero tienes que darlo. Al observar esto vemos que a veces los frutos vienen con el tiempo y otras veces de inmediato. Puede darse el caso siguiente: damos y damos y no vemos el retorno, una explicación a este punto es que con esa persona hay una relación kármica vieja. Ahí necesitamos más tiempo, más energía para poner en armonía esa relación.

Para jugar el juego de la vida se necesita fortaleza. No podemos jugar bien si perdemos la perspectiva o si estamos bajo las emociones. Bajo las emociones  no podemos tomar las decisiones correctas. Tenemos que entender bien quién es el jugador ¿quién  soy yo? Soy  un ser un ser libre. No quiero influenciar  a los demás ni  que me influyan. Tenemos mucho apego a los resultados y  si no salen las cosas como queremos nos desilusionamos y nos enfadamos. Eso es lo que hacen los seres humanos corrientes. Tenemos que ir más allá de ser un ser humano corriente.

Debemos preservar nuestra felicidad. La felicidad está en el presente, con las imperfecciones del presente.

Después de compartir  todos estos puntos tan profundos, finalizó la conferencia, como es habitual,  con unos minutos de meditación.

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